Monseñor:
El escaso éxito logrado, hasta ahora, con los sacerdotes en l’Hermitage hace que no me atreva a presentarme ante Su Excelencia para expresarle el exceso de mi dolor y el firme apoyo de mi confianza. Jesús y María: en ellos confío; a pesar de estos tiempos de perversión. Creo firmemente que Dios quiere Esta Obra , a pesar de los esfuerzos más que diabólicos. Lo que fortale¬ce mi confianza son los esfuerzos que Satanás hace para derribarla, ya desde sus inicios. El lamentable asunto ocurrido al que parecía ser su jefe , es un tremendo esfuerzo del infierno. Pero Jesús y María serán siempre el firme apoyo de mi confianza.
Dios quiere esta obra en estos tiempos perversos; he ahí mi firme convicción; pero, iay!, tal vez quiere otros hombres para llevarla a cabo. Sea bendito su santo Nombre. El lamentable asunto ocurrido al que parecía ser su jefe muestra con claridad los más terribles esfuerzos que el infierno entero haya engendrado jamás para derribar una obra que pre¬veía que le debía hacer tanto daño. Jesús y María serán siempre el sólido apoyo de mi confianza. La bondad tan paternal con la que Su Excelencia quiso acogerme al llegar a la diócesis, me anima a rogarle, en nombre de Jesús y María, que siga protegiendo una obra que, hasta ahora, me ha parecido que merece todos mis cuidados y toda su atención.
Aquí me tiene como único sacerdote; esto me aflige, pero no me desanima porque el que me sostiene se llama el Dios fuerte.
Sin embargo, voy a exponerle mi situación. Somos cerca de ochenta, y de aquí a las vacaciones superaremos ese número, dada la gran cantidad de postulantes.
Pienso que el Sr. Superior del seminario se dignará explicarle mi situación. Cuando esté enterado de todo, me confiaré a la santa voluntad de Dios que conoceré por la de Su Excelencia.
Reciba, Monseñor, la seguridad de la consideración del más pequeño de sus súbditos y para quien será un honor serle totalmente devoto y perfectamente sumiso.
Champagnat
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Notas
Esta carta, que debería ser la primera, figura en el cuaderno dejado por el Fundador después de las dirigidas a los Sres. Gardette y Cattet. Va dirigida, con toda seguridad, a Mons. Gaston de Pins que ocupaba la sede arzobispal de Lyon desde el 18 de febrero de 1824. M. Champagnat se confía a él como a su obispo, desde luego, pero aun más como a su protector y apoyo de su obra. (BCT, pp. 120-121; 0M IV, pp. 330-337).
Obsérvese que el autor se extiende mucho más en los obstáculos llegados del exterior que en los interiores. Por otra parte, tampoco aquí se formula de forma explí¬cita la petición de un ayudante. Es de suponer que piensa pedirlo expresamente a algún otro, y que aquí se contenta con expresar las razones que la justifican y que permitirán apoyarla, aunque el Hno. Jean-Baptiste presenta las cosas de otro modo (cf. BCT, pp. 294-295).
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Según el autógrafo, AFM, 132.2 pp.168-169; publicado en 0M 1, pp. 435-436.